lunes, octubre 18, 2010

Cuento (que incluye monos excitados) de Sławomir


LA ISLA DEL TESORO

Tronchando la maleza con machetes, avanzábamos despacio hacia el interior de la isla. Por fin estábamos sobre la pista correcta. Un último esfuerzo y encontraríamos el legendario tesoro del capitán Morgan.

—Aquí —dijo Gucio, mi compañero, y clavó el machete en el suelo bajo un baobab de amplias ramas. Era el lugar que, antaño, en un mapa cifrado, había señalado con una cruz la propia mano del capitán.
Tiramos los machetes y agarramos las palas. Pronto descubrimos un esqueleto humano.
—Todo concuerda —dijo Gucio—. Bajo el esqueleto debe de haber un cofre.
Allí estaba. Lo sacamos del hoyo y lo pusimos debajo del baobab. El sol llegaba a su cenit, los monos excitados, saltaban de una rama a otra; el esqueleto mostraba sus dientes sonriente. Respirando pesadamente, nos sentamos encima del cofre.
—Quince años —dijo Gucio.
Era el tiempo que habia transcurrido desde que empezáramos a buscar el tesoro.
Apagamos los cigarrillos y cogimos unas barras de hierro. Los monos gritaban cada vez más, al igual que los loros. Finalmente, la tapa cedió.
En el fondo del cofre yacía una hoja de papel, y en ella: «Besadme el culo. Morgan.»
—El objetivo nunca es lo importante —dijo Gucio—. Lo que cuenta es es esfuerzo de perseguirlo, no el hecho de alcanzarlo.
Maté a Gucio y volví a casa. Me gustan las moralejas, pero sin pasarse.

Sławomir Mrożek
La mosca (cuentos)
Acantilado, 2005.